Aprende a meditar
Aprende a meditar
Las mariposas abarcan más terreno, pero las abejas recolectan más miel. Y es así porque la mariposa simplemente sobrevuela las flores, mientras que la abeja se posa en cada una y permanece allí el tiempo suficiente para extraer el néctar. Esa es la diferencia entre leer tu Biblia por solo unos minutos apresurados y tomar el tiempo para meditar en lo que estás leyendo. La meditación no es algo difícil y misterioso que solo practican los eruditos o la gente <<espiritual>>. Es simplemente pensar profunda y continuamente sobre un texto bíblico, memorizarlo, dejar que se arraigue y <<hacerlo nuestro>> hasta que se convierta en una fuerza vital que opera en nosotros todos los días. Lo importante no es cuántos versículos te memorices, sino lo que te ocurre en el proceso. Meditar en la Palabra de Dios aclara tu entendimiento y corrige tu conducta. Enriquece tu pensamiento y te capacita para pensar pensamientos diferentes a los que tendrías mirando la televisión, enviando mensajes de texto, hablando en tu teléfono celular o comprando en el centro comercial, por mencionar algunos. El salmista escribe: <<Sino que en la ley del Señor se deleita, y de día y noche medita en ella. Es como árbol plantado a la orilla de un río que, cuando llega su tiempo, da fruto y sus hojas jamás se marchitan. ¡Todo cuanto hace prospera!>> (vv.2-3). Meditar en la palabra de Dios es la cura para la debilidad moral y espiritual; para la vida sin enfoque; para la falta de intimidad con Dios; para la fe crónicamente débil que provoca que te sigas perdiendo lo mejor de Dios. Entonces, abre tu Biblia, léela y ora: <<Señor, ¿qué tienes guardado para mi?>>. Luego, medita en Su respuesta.
Salmos 1.2
<<En la ley del Señor se deleita, y día y noche medita en ella>>
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