LA VIRTUD DE LA DILIGENCIA
La virtud de la Diligencia
Los trabajadores diligentes son avispados, decididos y agudos. Él o ella desea trabajar, marcar la diferencia y contribuir a su familia y a la sociedad. La vida no te «debe» nada, excepto una oportunidad para alcanzar el éxito. Y tendrás que trabajar por ese éxito.
Un día, mientras dos adolescentes conversaban, uno comentó: «Estoy realmente preocupado. Mi papá trabaja como un esclavo en su trabajo para que no me falte nada. Él paga todas mis cuentas y me paga la universidad. Mi mamá trabaja como una esclava lavando, planchando y limpiando todo lo que ensucio. ¡Y hasta me cuida cuando me enfermo!». Confundido, su amigo preguntó: «Entonces, ¿por qué estás preocupado?. Él contestó: «Me preocupa que los esclavos se escapen». Si eres padre, enseña a tus hijos la virtud de la diligencia. Y no solo lo prediques, ¡practícala! Sabrás que estás haciendo un buen trabajo cuando ya no crean que «merecen» una mesada ni te vean como un cajero automático humano con un sello de «Dame» en tu frente. Tus hijos pasarán trabajando más de la mitad de sus vidas productivas y tienen que entender que es la idea de Dios, y no una forma de castigo. Algunas personas piensan que el trabajo es resultado de la maldición del Edén, pero no fue así. Dios le dio a Adán el trabajo de cuidar el huerto antes de que el pecado entrara en escena ( ver Gn 2.15). Jesús era carpintero (ver Mr 6.3).
Y Pablo, uno de los principales cristianos en toda la historia, hacía tiendas (ver Hch. 18.1-3). No hay nada deshonroso en el trabajo digno y bien hecho.
Pr 10.4 RVC